martes, 17 de enero de 2012

Señales del fin

Señal uno

Bajo tres libros polvorientos,
una bufanda.

Cuando se marchó,
la abandonaba con rabia
al cerrar tras si la puerta.

Hace frío.
Es posible que ya se haya
comprado otra.

Señal dos

Primero se bebió el sueldo,
luego, la paga extraordinaria.

Con la cuenta del banco
se bebió lo que le quedaba de vida.

Cuando lo recogieron, de madrugada,
su boca aún sonreía.

Señal tres

Daba clases de una asignatura
en Secundaria.

Un amigo le preguntó,
y a estos, ¿qué les das?

Lástima, contestó él.

Al jubilarse,
sus alumnos le hicieron un homenaje.

Luego se fue a su casa.
Estuvo tres días sentado
mirando fijamente la pared.

Nicolás Calvo
Enero 2012
Madrid

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Poema escalonado

Debería dejar
algún testimonio,
un rastro de mi paso
inane, por la vida.

Pero me preocupa más
esa línea inconclusa en la pared,
la sombra de la nube sobre el suelo,
el lento transcurrir de los minutos
en el reloj de pesas del salón.

Tengo demasiada cosas que ver todavía
antes de pensar, que lo que veo, ha sido importante
o lo ha de ser, para alguien distinto que yo.

Sesenta y dos años no son excusa próxima
para dejar de otear el horizonte cada día,
contemplar el flujo sin fin de la marea,
el rubor de la tarde bajo el cedro.
la escueta hendija de la puerta.

Un sin fin de palabras
aún aguarda, un rumor
de vida se desliza
prudente, por mis manos.

Nicolás Calvo
Madrid
Diciembre 2011

viernes, 16 de diciembre de 2011

Solsticio

Tal cual se fue,
regresa
cargado de hojas de Otoño.
Con mirada de cristal,
nuestra mirada
recoge la niñez
del fondo de la copa;
con guirnaldas de pino
y araucaria
ceñimos nuestras frentes,
cuando el sol declina.

Tal cual se fue
regresa,
de entre las sombras, 
el misterio final de la alegría.
El anillo último se cierra.

Dos lunas, dos peces, se arquean
sobre el fondo del estanque;
sobre la verdad, el reflejo.

El niño cierra los ojos
de la estación dormida
y abre los suyos
con párpados de Primavera.

Nicolás Calvo
Madrid
Diciembre 2011

jueves, 1 de diciembre de 2011

Como Borges

Discrepo de Borges:
me gusta el tango.
Como Borges adoro
también la milonga
de bravos y cuchilleros.

Como Borges releo las sagas
y frecuento la literatura inglesa,
pero como Borges, talvez,
de los dioses descreo
y miro a los hombres 
de lejos, con mirada
que igual ama que diverge.

Ni los tigres ni los espejos
me preocupan, aunque se
que la muerte se pasea
en los reflejos; de navajas
como de azogues.

No se si Borges lo dijo o lo pensaba.
Yo se que las expectativas del tiempo
laceran tan profundo como el más pulido
sutil y hermoso de los aceros.

Nicolás Calvo
Madrid
Noviembre 2011

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Otoño (Le temps passe)

Un vago rastro de tiempo
en la mejilla
enumera las marcas incisas
por la sangre que agolpa
tus latidos.

No es la señal o el rastro
lo que hiere.
Es la fatal cadencia
de los pétalos
que resuenan a tambor
sobre los charcos.

Nicolás Calvo
Madrid
Noviembre 2011

martes, 15 de noviembre de 2011

Indignados

¿No creen que llegó el tiempo
de las carcajadas, de las risas?
Porque, ¿qué otra cosa nos queda?

Vamos a matarlos con nuestra risa,
(y me cuesta decirlo)
vamos a romperlos con nuestras carcajadas.

¿Pero qué saben los que deberían saber?
¿Qué hacen los jactanciosos
que se levantan sobrados
y se acuestan, a toque de campana,
ignorando cada vez más cosas;
aumentando su ignorancia sin descanso,
sin pesar y sin mesura?

Vamos a romperlos en dos,
vamos a hacer que se pudran con la risa.

No, no estamos alegres,
pero indignados o no,
vamos a saltarles los riñones con la risa.

A los que se creen algo
a los que se creen alguien,
mientras los que sí pueden
nos sacan el culo por las témporas
y nos golpean, como golpean sus sacos,
para que suelten hasta el polvo del trigo.

Nos quedan el desprecio, el pudor y la risa
Vamos a saltarles los dientes con nuestra risa.
A carcajadas.

Nicolás Calvo
En un tiempo sin nombre
Madrid 2011


Publicado en la revista "Tres en Suma" en su último número
dedicado al Movimiento de los Indignados (15 M)

jueves, 20 de octubre de 2011

Un hombre se acerca a la realidad

Formo un hueco
con mis manos.
Deposito algunas palabras
en su interior,
que pesan como plomo.

Las dejo sobre la mesa
y comienzo a pronunciarlas.

De modo extraño se vuelven
ligeras, ingrávidas
y levantan el vuelo.

Depende adonde y a quién se dirijan.
Cuando vuelvan a posarse
igual pueden herir que acariciar.

Porque las palabras
dan forma al mundo
sin usar pico ni palas.

Sólo dando a las nubes nombre,
a los ojos, sombra y luz.
Insuflando vida
en los corazones de los hombres.
O destruyéndolos.

Nicolás Calvo
Madrid
Octubre 2011

jueves, 6 de octubre de 2011

Paraíso

Una línea finísima
separa el cielo de la tierra.
Un horizonte intangible
mantiene nitidamente distintos
la bullente masa de agua
y el sutil número de moléculas del aire.

Un sol no menos fantástico
que la luna de agujereado queso
se alternan, subiendo y bajando,
al construir el Gran Guiñol
de la Naturaleza. Éste y los árboles
recortados sobre los que se apoyan
los recortados animales, conforman
el bello fondo sobre el que,
dos hermosos jóvenes desnudos,
intercambian palabras de amor.

Nicolás Calvo
Cañaveral
Agosto 2011

martes, 4 de octubre de 2011

After breakfast

Primer cigarro de la mañana,
el que sabe a rayos,
el que abre los pulmones
a los placeres culpables.
¡Ah!, primer cigarro,
¡eres como la Gloria de la Mañana!

Nicolás Calvo
Madrid
Agosto 2011

viernes, 29 de julio de 2011

Últimos días de Julio

Como sólo el agua
o el sol.
Días dilatados 
de breves despedidas.

Quién, va
hacia efímeros episodios
de futuro gozo.
Quién, vuelve.
¿Se preocupa? … ni él mismo.

Últimos días de Julio.
Frontera.
Hay un "dèjá vu" de placer.
Blanca playa de arena, vana,
anclada en la memoria.

Febo incumplirá sus promesas,
renovadas siempre.

Como sólo el agua
o el sol saben.
Días dilatados 
de breves bienvenidas.

¿Quién va?,
¿quién vuelve?
¿Se preocupan? … ni ellos mismos.
Náusea.

Nicolás Calvo
Madrid
Julio 2011

viernes, 22 de julio de 2011

Savia de hierba

Resulta imposible conocerte
porque te mueves en el cielo
o, en el fondo del corazón,
te desplazas como entre transparentes
cristales de agua que llaman, quedos,
a los ojos que te escuchan
o a los oídos que palpitan al sentirte.

Grande como eres - no te abarco -
por los  huecos más pequeños te me filtras.
No te ciño ni aún en mis deseos,
pero en cada centímetro de piel
te siento como lava, mar, enredadera;
como principio, como piedra sillar,
como de aire en filo, desflecada, luego íntegra.

Hoy en trozos o juguetes descubierta
al Norte, al Este y luego al Sur
por la arena y el viento, consecuente,
cómo de amor en ti respiro, mas al Oeste
en la paz calmada, surge la tormenta
que en lluvia va a caer sobre la ruda,
agrietada, altiplanicie, reseca de sales.

Eres más fuerte que yo y que ninguno,
pero al acunar mi espalda entre tus faldas
con la luz de tu día me embelesas
y conmigo a los hombres, a los seres
del mar y a toda hembra, niña o mujer
que de ti vienen y hacia ti van, como sin notarlo
vamos todos, de ti vacíos o completos.

Del aire y de la tierra también concurren seres.
Desde el  Otoño de la tierra sangrante de hojas
al blanco, purísimo, del Invierno de hierro.
Así pasa el Verano con fanfarrias de sol
y ve nacer la Primavera los inicios de la vida
retoñados sin final, lavados como cada vez
en la rueda inasible del nacer y de la muerte.

Cómo poderosa eres que destruyes o quemas
o desgarras, mientras tiemblas, das el pecho,
o en la sombra, acaricias las bellas gargantas
de los árboles mientras oímos en nuestros dedos
historias tañidas por misteriosas arpas de hierba,
que siempre han sido, que siempre fueron,
serán, hasta el suspiro final de cada uno.

Nicolás Calvo
Madrid
Julio 2011

jueves, 14 de julio de 2011

A mi través

Y yo, que cuando escribo
solo pienso en mi,
pienso en cada hombre
en cada mujer, en cada árbol.

En cada árbol y cada acera,
yo que cada vez que escribo
pienso solo en mi,
pienso en cada nube.

Y en cada niño o nube
pienso, yo que al escribir
solo pienso en mi,
por los soles escribo y por la luna.

Aunque en los años
de mi vida cuando escribo
en nada pienso, sino en mi,
en cada uno pienso.

Yo no puedo escribir
sin pensar el mundo
y el mundo pienso,
cuando al pensar,
solo en mi pienso.

Nicolás Calvo
Julio 2011
Madrid

lunes, 11 de julio de 2011

Himno

Júbilo y alegría.
Bebamos al final de los tiempos buenos.
¡Evohé!

Al principio de los tiempos malos
aún podemos beber
con alegría y júbilo.
¡Evohé!

Porque tiempos han venido
y tiempos han de venir,
pero por sobre todos ellos,
bebamos la copa de la amistad.

De la amistad y de la alegría
bebamos la copa. Y del amor.

Por los hijos que fuimos.
Por los que vendrán
de nuestros hijos, que son ahora.

Bebamos el vino
porque somos inmortales invitados a la vida
y a ella convocados.

Bebamos al principio de los tiempos,
al final de los tiempos,
por el júbilo y la alegría, bebamos.
¡Evohé!

Nicolás Calvo
Julio 2011
Madrid

martes, 5 de julio de 2011

El modo

¿Porqué no según las puertas?
¿O es que hay otro modo?
Las puertas son una afirmación.
O su contrario.

Nada hay fácil en las puertas.
Las puntas de los dedos atraviesan
el tiempo de presente en el modo indicativo
si empujas una puerta.

No son fáciles las puertas.
Ante las puertas siempre hay consecuencias.
Algo ocurre si traspasas una puerta.
O si no.

Pueden plantear dudas
o plantear preguntas, las puertas.
Pero no dan respuestas.
O las dan. Sin argumentos.


Afirmativamente difíciles, las puertas.
Ratifico la dificultad de las puertas.

Es probable que sean algo culpables
de la parte de la vida que no ocurre.

Nicolás Calvo
Madrid
Julio 2011

lunes, 27 de junio de 2011

Brindis

Que puede ser
el cielo o puede
que el agua
o el ángulo
en que la luz incide
sobre la oblicua
estructura del tejado.

Que puede ser
el cabrilleo de la fuente
o el sonido del caño
sobre el borde
de la acequia.

¿Demasiado rural para ti?

Mira entonces la sombra
del naranjo sobre el suelo
o la buganvilla sobre
la pared del parque.

El pino que se levanta
junto al estanque
o siente el frescor
junto al árbol que sombrea
la terraza sobre la acera
al mediodía
o a la caída de la tarde.

Que puede ser el verano
que te desvela
misterios que nunca antes
tuviste
ansias de descubrir.

El lenguaje del solsticio
penetra en ti
y tu cuerpo trasciende
lo inmediato
mientras el día primero
penetra en tu sangre
para limpiar las duras costras
del antiguo invierno.

Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2011

miércoles, 22 de junio de 2011

Va llegando la belleza

La esperanza
de que las cosas no acaben,
aunque ahogue
a menudo la certeza.

Este pulso, este día,
una estación más.
Ese asombro,
aquél misterio…

Elegir
una mirada del otro
o, con sencillez,
un viaje entre
la trama de lo posible.

La certidumbre me asalta
y entiendo, a poquitos,
el mundo que ya antes vi
como un desconocido.

Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2011

sábado, 18 de junio de 2011

3 Days of Peace & Music

Me gustan tus uñas rojas
tus pies descalzos
tu frente despejada
tu pelo ondulado
tus collares de cuentas
tu falda de hippy
la música que escuchas
los libros que devoras
la poesía que escribes
tu sonrisa de mañana
tus piernas al sol de la tarde
el negro de tus ojos
en la oscura emboscada
de la noche.

Hoy te quiero más
porque nunca fuiste.

Nunca existió tu pie descalzo
ni la curva de tu cuello
ni esa lágrima en tus ojos.

Nunca trenzaste pulseras
ni añoraste el sol en el otoño.

Nunca hubo en ti
un atisbo de duda
ni aferraste mi mano
a causa del miedo, la pasión,
o el desaliento.

Solo tengo de ti un poster,
"Woodstock".

A partir de tu imagen congelada
inventé una mujer para mi vida.

Siempre estuvo ahí
siempre estuviste.

Pero a mi todo esto me valió
una mierda.

Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2011

lunes, 13 de junio de 2011

A country song

Dice el hombre
de los ojos grises.
Nunca te dije,
"ponte ese traje azul",
mejor vete
a montar tu pony.

La hierba está alta
pero no lo suficiente
para los ojos del búho.

Ese curioso champú
limpió tu cabeza
de ideas. Vuelve a ellas
antes de que tengas otras,
o nadie llorará el
día en que el Señor
te escupa por el colmillo.

Esta es tu estúpida vida
pero también es la mía
aunque a ti parece
que no te importa.
No voy a darte palomitas.
Es preciso que te atragantes
tú solo con tu flema inglesa.

Compré un montón
de tornillos, pero no hubo
bastantes para remendar
tu armadura oxidada.

¿Cuando te darás cuenta
de que estás fuera de siglo?
Tú ya eras  bastante viejo
cuando tus padres nacieron.

De verdad que no quiero
hablar contigo. El aburrimiento
te deshoja las orejas
y el tedio me desborda.

Voy a cambiar la vista
hacia otro lado, ¡vales tan poco!
Puede bastar ignorarte
para que no existas.

Por si acaso ésto no es cierto
tengo un 45 bajo mi almohada.
No me obligues a usarlo, tío,
Me dolería incluso más que a ti.

Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2011

miércoles, 8 de junio de 2011

Pagliacci

Payasos.
Remedo triste
de la sonrisa,
secas caras
pintadas.
Me recuerdan
la muerte
y la tristeza.

No soporté
a los payasos
nunca.

Ni a los ángeles.

Apariciones tenues
de pálidos fantasmas
que hablan
de temores
imposibles de superar.

Payasos y ángeles,
ángeles y payasos.
Nadie toma un café
con ellos.

Tras la inexistente espalda
de los ángeles,
Dios debe tener
la cara de un payaso.

Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2011

martes, 7 de junio de 2011

Trópico utópico

De la dulce noche
dones inesperados llegan.
Luces en la orilla
que anuncian la fiesta.

Pardos murciélagos
cazan, silenciosos,
los hinchados insectos
del caliente día.

Del mar los rumores
mas alto murmuran
junto al frescor pausado
de la alta arboleda.

De nácar y plata
los nocturnos bancos
de raudos peces
se amasijan en las redes
que vaciará el alba.

Late el alma de la noche
contraria al corazón del día.

El tabaco y el ron
cadencian las caderas
al compás del tambor
la lata y el palo.

Los ojos se vuelven soñadores,
las manos inquietas,
las bocas ansiosas,
mientras la hierba se cubre
de blancas cobijas
y chales de seda.

De la dulce noche, inadvertidos,
dándose la mano, como cascabeles
a un tobillo unidos,
dones inesperados llegan
a la urdimbre inextricable
de la vida.

Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2011

lunes, 30 de mayo de 2011

Nightmare

Intento domesticar
la fauna feroz que me habita
la noche de adentro.

Transitada noche
de niños transparentes,
de formas inconclusas.

Noche de farolas mortecina.
Noche envuelta en un jirón
de cielos apagado.

Cruzo el puente de mi río
en horquilla sobre una niebla
surcada de voces, de risas
que ya fueron, de calendarios
mojados por el agua del tiempo.

Salpicados de motas grises,
en la noche de adentro
ladran, a un disco de hojalata,
perros de alejados arrabales.

Y en mi mano chasquea
un látigo de palabras
para que las sombras
no se desprendan de los muros
e invadan las calles
como negras rosas
caídas de una corona funeraria.

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2011

lunes, 23 de mayo de 2011

D’après

La mujer corre
entre las plantas verdes.

A sus pies, flores aplastadas.
El puma y el zorro
la vigilan.

Los dedos morenos
tocan el violin de la noche.

La luna observa la núbil carrera
como una salvaje madre
que vela celosa.

(Inspirado en una pintura
de Myrteille Henrion Picco)

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2011

Tentativa (A Jorge Luis Borges)

Escribiré un día
o ya habré escrito,
esta línea en azul
que aún hoy repito.

Relicto del tiempo 
fugaz, mas no infinito,
amamanto las formas
de lo incógnito.

Podría haber sido,
acaso soy, la línea
en la luz perdido.

No voy, por haber ido,
a morir a la sombra
del ser inconcebido.

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2011

lunes, 16 de mayo de 2011

Realidad

Me reflejo en el agua.
Siento algo de vértigo.
Al retirarme evoco
una moneda
tirada a la fuente.

Tengo que recordar
a ese hombre
entrevisto
que me debe dinero.

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2011

lunes, 9 de mayo de 2011

Retazos

Perder el rumbo.

Cuántas veces encontrarse,
en la calle olvidada,
el barquito menudo de papel
bajo la marquesina llena de color,
sobre el charco seco.

Hecha de esquinas que volver
y revolver, cada paso
inviolable sin vuelta atrás, la infancia,
suma de esquinas
que construyen la ciudad.

Inabordable, la vida
transmuta los jardines
en pasillos verdes que conducen
a los baldíos de las afueras.

La suma de las esquinas
y los jardines
será nunca tan extensa
como las afueras
que pisaremos todos.

Ese jirón de piel
en cada revuelta
recompone, al final,
el terco niño
que algún día fuimos.

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2011

viernes, 6 de mayo de 2011

Proceso de conocimiento

Tres gotas de miel necesito.

Una que resbale
de la frente a la comisura
izquierda de tu labio.

Otra que descienda
desde la clavícula
hasta el borde mismo
de tu codo.

La tercera
que discurra desde tu ombligo
por sobre la desnuda rodilla
de tu pierna.

Sí.
Con esas tres gotas
lo que de ti necesito conocer, sabré.

Nicolás Calvo
Mayo 2011
Madrid

miércoles, 4 de mayo de 2011

Información cotidiana

Fotocopio la imagen
de un cigarrillo.
Fotocopio, asimismo,
la imagen de tabaco picado.

Sombras, de sombras, de sombras.
¡Basta de perder el tiempo!

Hago un cilindro con
el primero de los papeles;
lo relleno de imágenes
de picadura troceada.

Lo enciendo
y me fumo un canuto
de irrealidad.

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2011

viernes, 29 de abril de 2011

Saber

Uno nunca sabe la huella
que sobre la arena deja
la mano que modela
la puerta de una torre,
hundida hasta los nudillos
en la blanca, húmeda,
profundidad grávida de sílice.

El agua va y viene,
la torre se escurre entre los dedos,
la mano permanece,
pero la herida tarda en cicatrizar.

El agua, terca, daña tanto
como el posible acero.

Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2011

martes, 26 de abril de 2011

A Li Bai (Li Po)

Brindo una vez más
y arrojo mi copa vacía
hacia las estrellas.

El croar de los sapos
me acompaña
cuando caigo dormido
bajo la mesa.

Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2011

viernes, 15 de abril de 2011

Eufonía

Samarkanda,
Petra de los Nabateos,
Palmira, camino de Antioquía,
Perlas y sedas de Oriente…
Dejo el libro
y miro al horizonte.
Que poética puede resultar
una simple
guía de turismo.

Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2011

lunes, 11 de abril de 2011

Creación

¡Ah!, el dolor.
Dulce forma de existir
bajo la manera incandescente
de una llama
que así misma se consume,
quemando, ahondando,
extinguiendo,
hasta que el rescoldo propio
quema.

Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2011

jueves, 7 de abril de 2011

Playing

Y a pesar de todo
jugar. Jugar siempre,
siempre jugar.

Sin que se nos rompa
el juguete entre las manos.

Como los niños, el juego.

Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2011

viernes, 1 de abril de 2011

Cualquier vida

Porque la vida pesa
y es rebelde,
no se deja arrastrar
y hay que moverla,
forzarla, para
que no se precipite
al vacío.

Desviarla, tirar de ella
hacia arriba, siempre
hacia arriba.
A lo mas alto de la montaña,
cuidando que su inercia
no la despeñe.

Hasta que ocupe su lugar
en la cumbre.
Como un piramidión dorado
que culmine tu paso
por la tierra.

Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2011

miércoles, 30 de marzo de 2011

Gata y Perro: tres fábulas

Gata preguntó a Perro

Perro, ¿amas la noche?
Perro respondió sereno.
No. Porque solo se
aullar canciones tristes
a la Luna.


Perro dijo a Gata

Cuando era pequeño
me crié con gatos como tú
y creía que era uno de ellos.
Pero no podía saltar
como saltan los gatos.

Sin embargo me di cuenta
de que no era un gato
cuando supe que no podía
soñar como los gatos sueñan.


Gata y Perro se dijeron

Vamos a vivir a otro barrio.
Este es sucio, lleno de basura
y de humanos.
¡Mejor huimos al campo!
Gata reflexionó. Perro,
eres viejo, ¿quien te dará tu Dog-Chow?
Perro respondió a Gata
¿Quien te hará la manicura?
Y desecharon su proyecto.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2011

miércoles, 23 de marzo de 2011

Running fordward

Un hombre
con un sombrero hongo en la cabeza
camina de espaldas.

Lo sigo frente a frente.

El viento le ha volado
el sombrero.
El hombre para alcanzarlo, corre.

Corre hacia mi, que retrocedo
sobre mis pasos.

A esto lo llamamos progreso.
Creo.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2011

lunes, 21 de marzo de 2011

Tres monedas

Di tres monedas
a un hombre
y vi que compraba pan.

Le di seis monedas
y vi que compraba vino.

Pensé que dándole
nueve monedas
compraría vino y pan.

Me equivocaba:
compró un poco más de vino.

Tardé en entender.

Lo que compraba en realidad
era un poco más de olvido.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2011

miércoles, 16 de marzo de 2011

Desdén

Movimiento exacto, delicado.
Vuelves hacia mí el asa
de tu taza. "Pruebalo", dices.

Mojo mis labios en el té.

No me sabe más amargo
que tus labios.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2011

miércoles, 9 de marzo de 2011

El libro invisible

Hay un libro para leer a lo ancho,
no a lo largo.

Un libro para leer despacio,
lleno de gozo.

Un libro en el que no importa
que leas una sola historia
o todas ellas.

Basta que una llene
tu alma de alegría,
tus labios de dulzura
o tu corazón de fuerza,
para que el libro haya
cumplido su trabajo.

No lo busques: él te encontrará.

Si tienes esa suerte,
transcurre su camino.
Solo entonces sabrás
lo que es la vida.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2011

lunes, 7 de marzo de 2011

Las piedras negras

Los dioses nos han concedido
a los hombres las piedras negras.
Cuando nos place, rozamos
nuestros dedos por la suave
superficie y las piedras se iluminan
con una tenue luz.

Hacemos preguntas a las piedras
o, a su través, hablamos
con aquellos que queremos
o con quiénes tenemos negocios.

Una de cada cien o mil veces
que la piedra nos habla,
concede una brizna de conocimiento
a nuestra cabeza o algún
alivio al corazón.

De cuando en cuando su luz
o su sonido nos llaman
a despertarlas, nos halagan, pero
como digo, pocas veces nos dan
alguna cosa.

Estoy pensando seriamente
la posibilidad de que los dioses
se estén burlando de nosotros.
O por su mediación, los hombres.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2011

miércoles, 2 de marzo de 2011

Vino y queso

Corto un trozo de queso
y lleno de nuevo la copa de vino.
Pequeños gestos.

La noche se abalanza, gigante,
sobre las vidas dormidas y yo velo
mientras el cielo gira encabalgando
cúmulos, estrellas y galaxias,
ahí desde el principio de los tiempos.

Corto un trozo de queso
y lleno de nuevo la copa de vino.
Pequeños gestos, muralla fútil
que mantiene a distancia
las preguntas, la inquietante vacuidad.

Al final, como el tiempo, el queso se termina.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2011

jueves, 24 de febrero de 2011

Marcapágina

Me preocupo por ti.
Tus pañuelos húmedos
me indican tu estado.

Pronto pasará
la estación de las lluvias.
Conserva tus fuerzas
hasta entonces.

No pueden haber
dos lunas en el cielo
pero una siempre cabrá
en el hueco de tu copa.

Nicolás Calvo
Madrid
Febrero 2011

lunes, 21 de febrero de 2011

Aurora

Ya no hay campo
alrededor de las casas.
El neón apagó el cielo.

Yo sigo esperando
el rocío en la mañana,
las caléndulas.

Ver el amanecer aún
tras la noche.

Nicolás Calvo
Madrid
Febrero 2011

miércoles, 16 de febrero de 2011

Luna sobre Agua

Luna de agua
mi mano te borra
de la faz del estanque.

Mil lunas reflejan las gotas
sobre el borde
de mi cuenco.

Nicolás Calvo
Madrid
Febrero 2011

viernes, 11 de febrero de 2011

Portuaria

Piedra, cuchillo o una bala,
nombres, celos y adjetivos
en el zaguán de las guitarras.

Costumbres de personas,
cuchillos en la cintura,
navajas en el bolsillo.

Una mujer con pañuelo,
como una sombra,
a contraluz en el portal.

Números en las paredes,
dibujos como de spray,
gente y más gente.

Los pasos sobre la acera, del puerto
a la balconada, con el mar
en la escollera del malecón.

Los cafés para los hombres,
manzanilla las señoras.
A la tarde, en los cristales,
el sol, pintura dorada.

Vasos y porcelanas,
botellas de ron añejo,
unos puros con su brasa,
unas manos en las cuerdas.

Mas negros en las afueras,
más oscuridad a la puerta.
El día, la tarde, la noche
ya dentro de todos los patios.

Piedra, cuchillo o una bala,
nombres, calor y adjetivos
en el zaguán de las guitarras.

Nicolás Calvo
Madrid
Febrero 2011

viernes, 4 de febrero de 2011

Tarde

Me siento debajo del almendro.
Una leve brisa.
El horizonte, nítido. Allí
la nube, única, cruza el cielo,
lenta, imperturbable como una nube.

El aire, lleno de luz,
riela entre las hojas y las ramas.
Mi bolsa contiene dos libros,
pero ninguno abro.

Miro, en paz, la línea
a distancia finita que señala,
que marca,
el lugar del fin de la tierra.

No veo arcoíris alguno, pero
en su confín, está enterrado
un cofre de oro.

Ya la tarde me da su resplandor.
Por ahora no hay otro oro
que necesite.

Nicolás Calvo
Madrid
febrero 2011

martes, 1 de febrero de 2011

El Hombre, los hombres

Hablar de los Hombres.
Hablar, porqué no,
de los hombres.

De la pena del Hombre,
de los hombres, de la rabia.

Del dolor del tiempo
y de los hombres.

Del amor, de la alegría,
tan escasos, de los hombres.
De los labios apretados, de las manos,
de los cuerpos dolidos
y las almas de los hombres.

Del mirar a lo lejos, sin mirar
o sin ver, de los hombres.

Del día final, de la pena,
de la boca seca, del corazón,
de la noche interior
de los hombres, del Hombre,
de todos los hombres.

Nicolás Calvo
Madrid
Febrero 2011

viernes, 28 de enero de 2011

Buda

Rogaría a mis amables lectores que leyeran este poema muy lentamente, entonándolo como un mantra... Es la mejor manera de penetrar en su significado (Si es que llega a tenerlo).


Buda mira a Buda
que se contempla
mirando a Buda
que mira a Buda
mientras se contempla
mirando a Buda
que mira a Buda.

Un gong suena al fondo.

Buda se despierta de su sueño
y contempla a Buda
mientras Buda se despereza
y mira a Buda que indolente
mira a Buda que se aburre
hasta el infinito
contemplando como Buda
contempla a Buda
que mira a Buda
mirando a Buda
capturado en la inabarcable red
como un pálido insecto
que contempla a Buda
que se mira a sí mismo
mirando a Buda
que finalmente contempla
a un pálido Buda recostado
que contempla… a Buda.

Nicolás Calvo
Madrid
Enero 2011

lunes, 24 de enero de 2011

Mirando atrás

Caminé durante un año
y no encontré
un hombre más inteligente
que yo.

Caminé durante dos años
y no hallé
a nadie tan hermoso
como yo.

Caminé durante tres años
y todo con lo que me comparé
era inferior a mi.

Ahora miro hacia atrás
y veo mis huellas en círculo.

Ni caminando cien años
encontraría
alguien más estúpido
que yo.

Nicolás Calvo
Madrid
Enero 2011

miércoles, 19 de enero de 2011

Pregunta

¿Porqué tus manos?
De entre tu anatomía toda,
tus manos.
¿Porqué tus manos?
De entre las nubes,
una brizna de luz se desprende.
¿Porqué, hoy, tus manos?

Nicolás Calvo
Madrid
Enero 2011

domingo, 16 de enero de 2011

Confirmación

¿Escribo?
No en realidad.
Solo
persigo unas sombras,
reflejos
sobre cristales;
trenes que pasan.
Nada definitivo,
espero.
Divago, miro,
cuento…
¿pero escribo?
No. En realidad
solo a veces.

Nicolás Calvo
Madrid
Enero 2011

miércoles, 12 de enero de 2011

Resumen

Porque no lo hicimos mejor,
(porque no podíamos
o porque no supimos),
así se nos clava hoy
el desconcierto.

No habiendo pensado,
(porque no pudimos
o porque no sabíamos),
negamos ahora la duplicidad
de aquellas esquinas.

La tranquilidad nos hiere
por inmerecida.

Porque no pudimos
o porque no supimos,
nos negamos ahora la inocencia.

Nicolás Calvo
Madrid
Enero 2011

lunes, 10 de enero de 2011

Desván

Murio el reloj
sin pena junto
a un corazón roto.

Los dos compartían
muelles viejos
y carcasas oxidadas.

De hecho nadie los usaba
hace ya mucho tiempo.

Nicolás Calvo
Madrid
Enero 2011

domingo, 9 de enero de 2011

Chismorreo

La vida es…
Bueno, eso me dijeron.

Nicolás Calvo
Madrid
Enero 2011

martes, 4 de enero de 2011

Quedarse a las puertas

Romeo se mesa los escasos cabellos
mientras niega, con su gruesa cabeza,
los requerimientos seniles
de su baja, rechoncha, chillona Julieta.

¡Que error fue desperdiciar
la hora correcta, el tiempo exacto
de haber muerto!

Nicolás Calvo
Madrid
Enero 2011

lunes, 27 de diciembre de 2010

Cambios

Por la ventana del tren
pasa la vida estática
creciendo vertical, clavada
en su sitio, permanente.

El movil soy yo, que se compara
con lo inamovible, lo duradero.

Ráfagas de música suenan al pasar
los pueblos, los sembrados, las estaciones.

Un solo sonido, un rumor solo
permanece constante: yo cambio,
yo cambio, yo me modifico.
El que muere soy yo.

Nicolás Calvo
Madrid
Diciembre 2010

viernes, 17 de diciembre de 2010

Dos poemas alrededor del amor

Entrega

Te diste al amor
como el que se da a la bebida.
Largas noches de largos tragos
y despertares
de hueca cabeza atronadora.

Tras la resaca
aún buscas un beso abandonado
en cierto lugar
bajo la almohada.



Discrepo

Ojead
los carnets de baile,
los registros
de los hoteles baratos,
la puerta de los urinarios,
algunos blogs
de rebuscado acceso
y nombres que no alientan.

No busqueis en los libros.
La gran poesía de la carne
está escrita en las sábanas
manchadas de los amantes.

Nicolás Calvo
Madrid
Diciembre 2010

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Tres poemas perplejos

Consonantes y vocales

La t con la a, ta.
La t con la e, te.
La t con la i, ti.
Ta, te, ti, to, tú.

Tú de nuevo.
Otra vez te nombro.

También me quedaré

solo

de nuevo.



Palabras

Diafragma.
Onomatopeya.
Panóptico.

Un ladrillo… ¿lo sabes?,
yo no lo se.

Sí, tú lo sabes.


Definiciones

La calefacción
aún funciona.

No llueve en
direcciones extrañas.

¿Podrías describirme
la felicidad?


Nicolás Calvo
Cañaveral
Diciembre 2010


miércoles, 1 de diciembre de 2010

Memoria

Para volver se hizo
la memoria.

La usamos de forma impropia.

Le pedimos
nos devuelva un mundo que,
con probada apariencia de verdad,
nunca fue así.

Mas vive en ella;
en la memoria.

En esa hermosa
y terrible habitación
me refugio alguna tarde
y cierro la puerta.

Sin tirar la llave.

Nicolás Calvo
Madrid
Diciembre 2010

martes, 30 de noviembre de 2010

Agua

Nadie puede ver la barca
que yo veo.
No está en el mar.
Yace varada
en un campo verde,
en medio de un corro
de amapolas.
Y las amapolas lloran
bajo un cielo
que no puede llover.

Nicolás Calvo
Madrid
Noviembre 2010

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Cuatro poema geométricos

Construcción emocional


Un cuadrado, una línea,
no me emocionan.
¡Ah, sí!, lo encontré.
La suave curva de una parábola
lo justifica todo.

Cubo

Seis caras iguales.
Tres me son dadas, vistas
sin artificio.

Solo el espejo devuelve
los lados ocultos. Otro yo,
que únicamente a través de mí ve,
alza sus ojos.

La visión se completa.
¿Cómo estar seguro de no ser
un reflejo de realidad
sobre el espejo?

Triángulo

Una hipotenusa, dos catetos,
¡que curioso!
Tú enfrentas el ángulo recto.
Nosotros tocamos tus extremos,
formamos vértices contigo, ángulos
iguales o distintos; da lo mismo.
Nosotros sin ti, tú sin nosotros,
dejaríamos de medir 180 grados.
Misterios de la Geometría:
nuestras distancias suman
la mitad exacta de la perfección.

Punto

Un sistema de coordenadas
define un punto, un lugar
en el espacio único, inalienable.
¿Pero que hace este tonto punto
ocupando un lugar en el espacio?

Nicolás Calvo
Madrid
Noviembre 2010

viernes, 29 de octubre de 2010

Poema de la casa en llamas

Arde mi casa
en llamas color granate
y amarillo.
La casa brilla como un sol
y los cristales
revientan de gozo y de alegría.
Un fuego vivo, de corazones desatados,
hoy la habita.

Nicolás Calvo
Madrid
Octubre 2010

lunes, 11 de octubre de 2010

Poema para Patricia

Pon la rabia en tu poema,
… y el amor.
Rompe a reir en la mañana
porque si no, ¿que sentido tiene el sol?

Con las manos en los bolsillos
recorre la ciudad
y sácalas sólo para contar
las hojas que los árboles
te regalan en Otoño.

Grita sobre los puentes
hasta que lo coches se detengan
y entonces corre, corre,
enarbolando la libertad
como una bandera
y hazla volar al viento
sobre las cabezas de los mediocres,
de los ruines, de los estrechos de espíritu.

Cuando tu corazón bombee con fuerza,
su alegría hará retumbar los vagones del Metro
y las ratas escaparán
a los túneles más profundos,
incapaces de soportar tanta felicidad.

La fuerza reside en tu verdad.
Con ella romperás muros,
abatiras columnas y pasarás,
aún con esfuerzo, por encima de las ruinas
de lo que no vale la pena conservar.

Me miro en ti y veo el río
que poco a poco se ensancha,
que va ganado orillas sin remedio,
haciendo fecundo el tereno
y despejando de viejas ramas
el antiguo cauce estrecho.

Desde mi lento barco viejo te saludo
y ahora que el fuerte viento te empuja,
te veo marchar, navegando de ceñida,
hacia el horizonte y el sol lejanos.
Ítaca te espera; a mi, Leteo.
Miro al cielo dando por buena la jornada.

Nicolás Calvo
Madrid
Octubre 2010

martes, 21 de septiembre de 2010

Alegría

Dentro de mi siento
un lunático que al sol canta,
un pez que da vivas
al desierto, un avaro que regala
días y a cambio recibe minutos.

Una orgía, una bacanal,
de los sentidos en mi se prodiga
y me impide deslindar lo alto de lo bajo,
lo de ayer y lo presente.

Me embarro en contradicciones
y me baño en multitud,
como los tontos sonrío, o los borrachos.

Cada mano que a mi se tiende,
cada ojo que fijo mira,
cada pupila que lee una línea
de lo escrito, me regala un universo,
me obsequia con un presente,
que no podría comprar ni siendo
el más rico, perder siendo el más torpe,
malgastar siendo pródigo.

Hoy es día de danza, de giro,
de brazos arriba y cabellos al viento.
De ouzo, de vino, de carne y de frutas,
porque es un día de claridad, de fiesta.

De una fiesta sin nombre, sin afán
y sin motivo por lo menos aparente.
Pero el día amaneció igual
y se ha vuelto de otra forma.

Cantemos hoy,  ya que hoy se puede,
sin recordar el mañana ni poner por delante
el pasado, más allá de su envoltorio,
con cuerdas atado en la estantería.

Vivamos hoy un hermoso presente
sin razón, sin acaso, sin medida.
El presente de los niños, los borrachos
y los cuerdos que están locos de atar,
de las muchachas en flor y enamoradas
de los hombres viejos y libres, de los
hombres serios y honrados,
de las madres que hacen volar
a los hijos entre los brazos.

Vivamos hoy este misterio.
Vivir es habitar el lado de acá
de toda cosa. Mirémonos en los cristales,
pero que nadie tenga prisa
en romper el plateado azogue.
Su envés es negro y nadie sabe
lo que existe al otro lado del espejo.

Nicolás Calvo
Madrid
Septiembre 2010

viernes, 17 de septiembre de 2010

Frío

Voy sintiendo que no soy mejor hombre
ni mejor persona, pero
conozco bien mis arrugas
y eso me permite aquilatar
mis limitaciones
con mayor aplomo,
con una madurez que,
a la postre, es posible que sea
sólo indiferencia.

Nicolás Calvo
Madrid
Septiembre 2010

martes, 3 de agosto de 2010

Canción cubana

Pin… pon,
azucar y ron.
Ping… pin,
seda y satín.

Mira mis ojos,
toca mis labios,
danza una danza,
lava la loza
y sal al jardín.

Luna de Julio,
noche infinita,
donde se esconde
mi negra bonita.

Ton… ton,
suena el bordón.
Tong… tin,
el batintín.

Toca mis ojos,
mira mis labios,
lava la loza,
danza una danza
y sal al jardín.

Baila mi negra,
baila el danzón;
seda con cuero
miel y limón.

Pin-piti-pon,
azucar y ron.
Ping-piti-pin,
seda y satín.

Mira mis ojos,
toca mis labios,
danza una danza,
deja la loza
y sal al jardín.

Nicolás Calvo
Cañaveral
Julio 2010

jueves, 29 de julio de 2010

Nueve textos paradójicos

Esta entrega será larga, ya que hace un tiempo que no incordio a los lectores con un texto mío. Espero que la experiencia sea lo suficientemente provechosa o entretenida como para perdonar la impertinencia.

Desaprendo cada día un poco.
De seguir así en algunos años,
habré alcanzado la sabiduría.

Cañaveral, 24 de Julio 2010

Decidí arrasar mis huertos.
Si ahora planto alguna cosa
lo hago sobre cemento.
El resultado 
es menos descorazonador.

Cañaveral, 24 de Julio 2010

Últimamente me levanto por las noches.
Me ducho, me afeito y me visto.
No salgo a la calle.
Me acuesto en mi cama
a esperar el día.
Indefectiblemente, cuando llega,
me sorprende durmiendo.

Cañaveral, 24 de Julio 2010

No encuentro apenas placer en la reflexión.
Creo que el problema de los espejos.
me trae al fresco.

Cañaveral-Madrid,
25 de Julio 2010

Contemplo la punta de mis "casual" con detenimiento,
luego, miro al cielo que explota con todos los colores de la tarde.
Hay, entre dos grietas de color marrón,
una mota de polvo microscópica 
sobre 
la puntera de mi playera izquierda.
La lupa me devuelve el perfil
inconmensurable del Universo.

Cañaveral-Madrid,
25 de Julio 2010


Una perca acaba de caer en mi red.
Cierro el brocal con mi mano
e intento volcar el pez en el cubo.
Al hacerlo miro sus fauces boqueantes.
Distingo dos palabras claramente pronunciadas.
"Perdón", le digo, y la devuelvo al río.

Cañaveral-Madrid,
25 de Julio 2010

Me desperté de pronto y eché a correr.
Corrí por una calle antigua, de adoquines.
Alguien me perseguía.
Me paré en la esquina y a la luz
de un farol, creí reconocerme como mi perseguidor.
Intenté volver a correr, pero
me desplomé al vacío 
a través del hueco de mis ojos.

Cañaveral-Madrid,
25 de Julio 2010

Recuerdo una mujer morena.
No es imposible que la amara,
pero la distancia que destilan sus ojos
me previene de retornar a sus brazos.
Atemorizado, tomo la calle a la izquierda
y abandono mi sueño.

Madrid, 26 de Julio 2010

Reciclo hojas de periódico.
Amontono unos cuantos miles
en el sótano de mi casa.
El sábado, cada tres semanas, los recogen.
El lunes siguiente me premio
ondulándome el pelo con trocitos de papel
del "Diario Deportivo". 

Madrid, 26 de Julio 2010

lunes, 19 de julio de 2010

Entrega

Ahora que vivo ignorando el paisaje,
ese paisaje que tanto fue para mis ojos;
estos ojos que dejaron de ver la mañana
la mañana misma del día en que tu sombra
sombra se hizo para mi;
ahora, digo, ahora que vivo ignorando mis ojos,
ojos que, la misma mañana en que la sombra,
tu sombra, los cerró para mi mañana,
-esa mañana que tanto fue mi día y mi paisaje-,
ahora, digo, ahora soy feliz.


Nicolás Calvo
Madrid
Julio 2010

martes, 13 de julio de 2010

Albedrío

Juego con barcos de papel.
En cada uno escribo un destino.
El barco llega, o no llega.

Que lo haga o que fracase
es independiente de la dirección
que tome el principio.

Dirigido por el albedrío, la brisa
o un suave empujón,
el barco que debe llegar, arriba a su destino.

El otro, los otros, no.

Unos permanecen largo tiempo
en el agua y olvidan a donde se dirigían.
Se hunden, húmedos y deslavados,
hasta el fondo del estanque.

Otros encallan entre lápices y gomas
y no llegan a tocar el agua.
Algunos van en grupos, otros solitarios.

¿Es esto predestinación?
No puedo afirmarlo. El único destino
al que ninguno llegó jamás
está escrito, con agudos cristales de rocío,
sobre mi  propia frente.

Nicolás Calvo
Madrid
Julio 2010

miércoles, 7 de julio de 2010

Compañía en la madrugada

Una pizza en barata compañía,
preludio de vomitivos residuos en
horas bajas. Cuantas caras
desencajadas cercan las sonrisas
ante la cámara del móvil…
¡Si existo es por ti!  

Ajustados en las traseras del coche
encarnamos los diablos del hastío,
pero ni noche somos; somos fragmentos
contenidos en mil jodidos i-pods: 
postales engrasadas y manoseadas
de nuestros propios mandamientos.  

La basura nos sale por debajo
de los ceniceros y arrastra el maquillaje
de "castrato" que te has puesto,
¡ni a bofetadas vuelvo en mí!      
Tirado entre dos chalecos verde/reflectantes
la B-12 se pasea por mis venas, mientras
la mano retira los mocos de tus narices.

¡Qué rollo, tía, que rolloo…!
Cuando sale el sol sobre Madrid,  ateridos de frío,
nos miramos de frente y allí no está el amor.
 
Nicolás Calvo
Madrid
julio 2010

martes, 6 de julio de 2010

Poema sin vida.

Vacío de pies y manos me siento;
me levanto. De perfil visto me alzo al cielo,
cansado de ver mis rodillas juntas,
mis orejas dispares tras los ojos.
Un retrato de espaldas y tobillos,
las falanges como sistros, a mandíbula batiente.

Un mundo de paradojas se oculta
tras la sombra indivisa de mi hombro.
Vacío de cabeza y corvas me presento.
Estoy ausente de mi mismo. No me habito
y en las hueras instancias de mi cuerpo,
entrechocan a solas mis ojos húmedos, ahítos de silencio,
en dos piedras de rio aún no conversos.

Nicolás Calvo
Madrid
Julio 2010

domingo, 27 de junio de 2010

Constato

La molesta sensación de que
las cosas sin mí giran.
Giran las cosas sin mí.
Sin mí el mundo se mueve.
Se mueve y toma decisiones, alguien.

Alguien, por mí, toma decisiones,
decisiones que yo no puedo cambiar.
Cambiar, ni tomar, ni decidir.
Decidir. Y el mundo gira,
gira sin ti y sin  mí.

Sin mí da vueltas el mundo,
mundo que sin mí gira.
Gira y da vueltas sin mí,
sin mí, que nada puedo.

Nicolás Calvo
Marid
Junio 2010

viernes, 25 de junio de 2010

Nubes

Por las nubes,
para las nubes,
en las nubes.

Sin las nubes,
con las nubes,
de las nubes.

Algo haré con las nubes,
nada haré con las nubes;
sin las nubes.

Puedo hablar de las nubes
o no
hablar.
Otra vez las nubes;
me invaden las nubes.

Me gustan las nubes
o no
me gustan.
Hablo de nubes, hablo
o no.

O sí,
pero hoy de nubes.

Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2010

jueves, 17 de junio de 2010

Domingo de Primavera en París

Amerizo sobre mojado sol.
La mañana es sólo azul; azul pintado.
Cada palabra cuenta, aun muda,
y reclamo esa voz dormida.

¿Me coarto con reglas?
Nadie siente pasión por las aceras
a veces manchadas, a veces tan pobres,
mas, ¿por qué callar, viento?

Sólo una pupila, un ojo,
¡pero qué ojo!. Camina la mañana,
no a través de calles húmedas: de ríos,
de férreas veredas bajo el suelo.

Cabalga París sobre su límite
y su galope resuena en el corazón.
Nada mejor que dos torres para
mirarse a uno mismo desde lo alto.

Nada puede verse sin que sea viejo
en sí, pero nuevo a la mirada, sutil,
del propio nacimiento a las cosas
que la ciudad, abierta, propone.

París, como un trapo mojado,
se encoge un instante para, al sol,
dilatarse en el alma como un aroma
grande, profundo, de coñac viejo.

Como una cerveza bien tirada
la luz se desborda por las cúpulas
de palacios ocupados por la vida,
que circula, poderosa, bella, intratable.

Es una mañana en París, de lluvia
amanecida, de sol vencedor.
Quien la ha vivido conoce algo
para abrir los ojos, feliz, cada mañana.

Nicolás Calvo
París
Junio 2010

jueves, 10 de junio de 2010

Tres poemas descreídos

Dios existe.
Dios no existe.
¿Cuál es la diferencia?
La diferencia es no.

A unos nos mataron en nombre de Dios.
A otros los asesinaron diciendo, "Dios no existe".
¿Por qué nadie nos dejó vivir
por ser simplemente seres humanos?

Dios nos manda la enfermedad
para probarnos.
Dios nos concede la salud
como un premio.
Dios nos arrebata la felicidad
como castigo.
Francamente
preferiría que no se ocupara tanto de nosotros.

Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2010

martes, 1 de junio de 2010

Concreta geometría de una sonrisa

La parte superior del labio se desliza
y al alcanzar las comisuras, se curva hacia arriba
mostrando un poco los dientes.
El labio inferior se distiende y dilata
y modifica, a la vez, su forma hasta la plenitud
de un gajo de Luna.

Tan sencillo y a la vez tan complejo
movimiento desplaza más músculos
que la elevación del pene o la relajación de la vagina.
Ante tal despliegue
no es extraño que,
con los tiempos que corren,
sea tan cara una sonrisa.

Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2010

lunes, 31 de mayo de 2010

Mujer en la ventana

La ventana la enmarca, sentada.
Lee atenta un libro cuyas páginas,
con dedos parsimoniosos, pasa.

Un rayo de sol ilumina la estancia.

Su sombra y la silla dibujada sobre el suelo,
prolongan la placidez de la tarde.
La calma atraviesa la entornada cristalera.

Ojalá esos flotantes copos de luz
visitaran con más asiduidad
mi propia ventana.

Mi absurdo cuarto
repleto de oscuras premoniciones.

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2010

martes, 11 de mayo de 2010

Niebla

Se me borra tu cara.
Como un vaho se disipa.
Tengo que mirar dos veces
una foto  para reconocerte.

Y contigo me marcho yo.

Me aparto de mi, apenas
reconozco mi escritura.
También se me acaba este refugio.
Una clara inocencia aguarda.

La consumación será el olvido…
Y la nada vendrá a mis ojos.

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2010

viernes, 7 de mayo de 2010

Poema de puntillas

Shhh
(el silencio duerme)

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2010

martes, 4 de mayo de 2010

Teletipos

Pequeñas comadrejas
asoman sus hocicos por debajo
de la socavada cabaña:
la Biblioteca Nacional
se desploma. Los libros
alcanzan su emancipación.

Algunos vagabundos leen,
con dedos temblorosos, la historia
de sus vidas reflejadas
en los mortecinos o brillantes 
espejos de la Guía de Teléfonos.


Hoy he salido sin tarjetas
de visita, pero cuatro páginas
arrancadas de Balzac
me han identificado 
mucho mejor ante la Administración
que mis antiguas cartulinas.

Puede que los barrenderos hoy
no vayan a comer a casa:
demasiado papel que recoger.


Fascinados, los e-books
vomitan su empacho de bytes
ante el desparpajo de los
manoseados lomos en rústica.
¡Es el alba de un nuevo día!
Por fin una ráfaga de aire
fresco airea los viejos salones!

Un poeta pasea por el Pont-Neuf
y deja su I-pod sobre la balaustrada.
Las palabras grabadas 
alcanzan las Tullerías.


Madrid se alza de nuevo el 2 de Mayo.
Ojalá la insurrección, esta vez
contra la estupidez, triunfe. 
Amamos a Francia.
Las palabras del I-pod 
alcanzan el Palacio Real.


Opera se llena de viejos rijosos
que se besan apasionadamente.
Los jóvenes de ambos sexos
hacen el amor de forma indiscriminada
y se cubren las vergüenzas
con la Celestina o Calixto y Melibéa.


La Biblioteca Nacional se alza 
sobre sus ruinas de nuevo.
Las pequeñas comadrejas 
esconden sus hocicos.


En Estados Unidos, la socavada 
cabaña se hunde, sepultando 
entre sus restos, el pálido lazo 
azul de un patriota.


Roma se desborda sobre el Tiber
y Tiromancino canta acerca de
la descrizione di un attimo.
Alguien, en algún lugar de Berlín,
sonríe ante su ordenador.


Algo se mueve por Europa 
abriendo ventanas al sol.
¡Que Facebook reparta suerte!


Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2010

viernes, 30 de abril de 2010

Tres maletas

Mañana
Tintados de bruma
tus ojos exploran el alba.
Sobre la cama, la pequeña maleta
no alcanza a contener
tu esperanza.

Hoy
Tus dedos dibujan
un corazón de carne
sobre su carne.
Pides un día más, unas horas.
Su maleta está hecha.
Cuando corres a la ventana
sólo alcanzas a ver
su voluntad de ausencia.

Ayer
Abres tu maleta
¡Cuantos pares de ojos caben
en una mirada!, ¡cuantas sonrisas delimitan
los contornos
de un cuerpo feliz!
No bastarían el marfil, la seda,
el ébano o la esmeralda
a conformar una imagen tal
la del cuerpo de tu amado.

Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2010

viernes, 23 de abril de 2010

Marzo del 68


Los campos se extendían verdes en la mañana
bajo el sol, ya casi primaveral, de finales del invierno.
Nos miramos bien los cinco amigos y agarrados
firmemente de las manos a correr echamos,
como locos, por el alto sembrado de espigas claras.

El aire en la cara, el sol en los ojos, las barbas
del cereal azotando nuestros finos rostros
de dieciocho años, el pecho henchido, amplio,
a reventar de gozo. Las piernas ágiles saltando
del suelo, por encima de las piedras y los surcos vanos.

En un momento las manos se soltaron y cada corazón
tomó su rumbo, creando un rastro en forma de palma
que nos alejaba, radiante, del centro primero, abriendo
surcos de maravilla, dejando estelas de verde oscuro
sobre las grandes, cuadradas, parcelas de millo.

Llegamos al otro lado, sudorosos, felices, anhelantes.
No supimos entonces qué empezaba, mas, de un modo
impar, nos intuimos al futuro proyectados a partir
del mágico momento allí vivido. No volvimos a tener
el sol en alto ni las anchas praderas al alcance.

Otros campos, otros días vinieron a llenar nuestros
deseos, algunos muy profundos, otros hermosos.
Ninguno alcanzó la plenitud, el goce inmenso, panteísta,
de sentirse un bello animal de exquisita piel, músculos
tensos, que hermanaba su cuerpo con el cielo, con la tierra,
con las plantas y el salobre sudor que, trasparente, resbalaba
a sagrados chorros por la tersa piel de nuestros cuerpos
consagrados, plenos de ardor en pagana celebración
de la tierra frente al cable, la calle y el cemento.

Cayó el sol y nos rendimos. La vuelta a la ciudad no fue derrota,
sólo aceptación de verdad, de niñez breve, de juventud en flor,
de madurez en ciernes. La imagen de ese día ha vivido
conmigo desde entonces. Nunca agradecí bastante ese rayo
de sol que aún atesoro y esa verde pradera, que en mis sueños,
aún recorro algunas veces, cuando la noche me ofrece
la ventana anhelada a los comienzos, cuando el mundo era nuevo,
cuando el mundo era simple, feliz y nosotros, inocentes.


Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2010

viernes, 16 de abril de 2010

Tres poemas cortos

Antropología
Reflexiono sobre mi mismo
sin éxito:
el observado modifica
al observador.


Conocimiento de las estaciones
Todo acaba en Invierno.
La respuesta de la piel
es la Primavera.


Sobre la alfombra de césped
El Amor
es una apuesta
de la Vida contra la Muerte.
El handicap
está en su contra, pero
la Vida
es tan ciega
como la misma Muerte.


Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2010

viernes, 9 de abril de 2010

Hesperia

No recuerdo ya cuantos años viví sobre la tierra.
Me pesan más los muertos que los días, las luces
apagadas de sus ojos, el tacto imposible de sus cuerpos,
la caricia intangible de sus labios me pesan más
que mis arrugas o la escasa fuerza de mi brazo
al trincar la driza o tensar la escota al aproar
mi barco cara al viento empuñando la caña del timón.

Mi playa final debe ser esta de la que apenas salgo.
La mar salobre ya marcó mi cara y mis manos con
la dureza del cuero, de los miembros bañados de algas
y sales por un tiempo, ciertamente, demasiado largo.

La mujer que me acoge y me alivia el peso de las noches
dice que ese hijo, hermoso y delgado como una palmera,
es mi hijo. Lo miro. Nunca lo dudé ni hoy lo afirmo.
En sus tobillos y pies veo a mi padre, la cintura estrecha
es la de ella y de mi, esa tristeza lejana, una melancolía
que aflora en sus ojos ciertas tardes al caer el sol tras el horizonte.

Me detuve aquí o me detuvo el tiempo. Este  país es
sencillo, las gentes son tranquilas y los reyes son tantos
que su poder se diluye en cortas rencillas de ganado y de fronteras.
Me gusta ver en ellos curiosas costumbres que no vi,
o ya olvidé, en otras tierras. La nobleza de la lucha,
que comienza mano al cinto y mano a tierra. El banot 
y el magado acompasan el pastoreo y la piedra certera
lo mismo abate al guirre que derriba al contrario en la pelea.

Pueblo prudente, silencioso, que mira al mar entre sus islas,
como el que mira un recuerdo que se hunde muy adentro.
Y luego sus mujeres, algunas mujeres que en soledad viven,
azotan ese mar en noches de luna llena, como si de un niño
rebelde se tratara, amansando las olas con sus varas.
Es mi bote el único leño que sobre la mar navega. No saben,
o no quieren surcar, cara al viento, ese mar que los separa.

Nunca vi un lugar en que los hombres, con ojos bajos,
cedieran el camino a las mujeres si en la soledad del monte
se encontraran. Nadie rompe la ley. La muerte acecha.

¿Qué me obliga a quedarme?… Nada. Podría partir con la marea
y alcanzar África con la punta de los dedos, pero aquí
estas gentes no hieren los aires con gruñidos, mas acarician
los vientos y las gemelas laderas con sus silbos y llevan
el fuego al sol y lo saludan en la cumbre más alta y en la
siguiente, pero, en verdad, a su dios lo llevan en los labios
y cuando hablan les bate fuerte el corazón, que es donde habita.

Se abate la noche cálida sobre la arena. Una luna amarilla
recorre, uno a uno, los senos de las olas, las manos de la noche
funden sus dedos con los míos. Unos ojos llenos de horas
y de azules me contemplan desde el otro lado del espejo que
un charco remeda junto a la línea final de la marea. Cierro
mis párpados, unas manos cruzan las mías sobre el pecho
y unos labios besan mi boca como si me desearan pasar
una buena noche. La Estrella del Norte brilla sobre la negra arena.
Es posible que mañana aún vea el día; es posible aún amanecer.
Lo se. Es posible aún…sólo posible.

Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2010

miércoles, 31 de marzo de 2010

Al-‘arabiyya

Es la arena de Al-‘arabiyya diferente. Pedregoso
desierto que enceguece junto a la orilla esmeralda
de un mar, tan inmisericorde como el propio baldío
que baña bajo el cielo, duro como la cúpula de azul
zafiro del templo, donde su dios habla con palabras
de amor que algunos interpretan como clavos
de acero que hincar en el alma y las conciencias
de una gente valiente, que vive con poco
y desea aún menos, embriagada de espacio y libertad.

Mujeres voluptuosas cubiertas hasta la desaparición.
Poblados errantes donde esas mujeres son sueños
nebulosos que sueñan hombres envueltos en nubes de kif
y de hierbas con olor a jazmín y a rosas, mujeres
que habitan el lugar de la poesía y perviven, reales,
entre el temor y el desprecio, la ignorancia y los hijos,
enamoradas de hombres hermosos que ven la realidad
a través de insondables espejos que sólo reflejan
las paredes de sus ciegas prisiones interiores.

Un fervor sobrehumano los lanza a la conquista y luchan
como inmortales, volcados ya hacia los tiempos en que,
a través de sus manos, la Naturaleza hablará al Hombre
y levantarán palacios de jade y de marfil donde el agua
cantará al agua para crear el milagro del jardín, de la vida
ante la muerte; del reposo frente al caos cegador de lo
imposible que hace al hombre letal enemigo del hombre
e improbable donador de paz, de amistad, en su mirada;
predador inmisericorde de la felicidad de la existencia.

He luchado contra ellos mil veces y una más, cubierto
de hierro, empuñando lanzas afiladas y pesadas espadas
que rompían, una y otra vez, sus formaciones y que,
a la postre, de nada han servido. Vencidos, abandonamos
la Tierra Santa que por años fue cristiana. Sólo una vez
pude hablar con un lenguaje diferente del chirrido del acero
o el golpe de hacha sobre la cota de malla. Una mujer,
noble entre sus gentes, se acercó al campamento, roto de ayes
y repleto de banderas apestando a sangre y a intestinos.

Su hijo yacía, gravemente herido, en las tiendas de su campo.
Los médicos habían abandonado toda esperanza y carecían
de medicinas  para calmar su agonía. Se hizo entender en la florida
lengua franca que hablamos los soldados. Si lográbamos calmar
de su hijo el dolor, las bendiciones de su dios, sobre nosotros
ofrecía y un cofre de monedas, su peso entre dos mulas
bellamente enjaezadas depositado, como presente al capitán
de la cristiana hueste. Si acaso pudiésemos salvar su vida,
ella misma se agregaría, altiva y fría, al tesoro así ofrecido.

Miré sus ojos y sus manos y asentí. Nuestro mejor cirujano
la acompañó a su campamento con dos expertos boticarios.
Tres días lucharon por salvar esa vida y al atardecer del cuarto,
la hermosa se presentó en la entrada de mi tienda y levantó
el velo que ocultaba el resto de su rostro. La envié de vuelta
a su casa y le rogué que cuidara a su hijo para que éste pudiera
dar testimonio de que, el valor de su madre, breves detuvo
unos instantes la guerra y los guerreros habían vuelto a ser
hombres y a reconocerse, silencio entre ellos, como tales.

Años más tarde he sabido que éste que hoy nos vence, es aquél
al que donamos la vida porque una mujer, de manos bellas
y voz enfebrecida, ofreció todo lo que tenía para que así fuera.

Nunca me arrepentí de aquella tarde y creo que el hombre
que a mi lado empuña, como ayer, del cirujano la lanceta,
tampoco considera que hizo mal siendo médico en vez de asesino.


Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2010



viernes, 26 de marzo de 2010

Exordio

"Principio, introducción, preámbulo de una obra literaria, especialmente primera parte del discurso oratorio, la cual tiene por objeto excitar la atención y preparar el ánimo de los oyentes". 


Esto dice el Diccionario de la Real Academia Española. Esa, pues, es mi intención; excitar la atención y preparar el ánimo de los oyentes ("leyentes" en este caso) para el disfrute de la obra. No dejarán de perdonarme el modo, claramente antiguo, de esta presentación; pero es que me divierte mucho el tono formal que presta a todo una atmósfera distante, nada coloquial ni cercana, sino mas bien académica y retórica. Un juego que que espero resulte tan gratificante al lector como ameno lo es para mi. 


Esta es la segunda parte de la tetralogía que aún no tiene nombre definitivo y que comenzó con la mediterránea Ophir y se desplaza ahora a la nórdica Fenris. Que Vds., perspicaces lectores, lo lean bien.


Un saludo


Nicolás Calvo
Madrid 
Marzo 2010

Fenris

Al Norte, en las montañas que lobos y trasgos
dominan, un pueblo de ceñudos guerreros,
en su fría ciudad natal de madera y hielos,
levanta toscas piras que enciende a la gloria
del dios de abiertas fauces y húmedos colmillos.

Así, con temor, los pocos viajeros que a su torva
ciudad arribamos, a una rama con grasa de ciervo
damos fuego sobre la más alta colina que
cierra el camino hasta la gris empalizada,
de musgosos troncos, cuyo lugar abarca.

Fenris la ciudad se llama y a ella ingresamos
a través de este pacto de luz y calor con el numen.
El barro señorea las callejas y se pega al ruedo
de las faldas de rubias mujeres de pechos generosos,
que arrastran la leña, curten las pieles o atizan
el fuego sobre el que el guiso de cordero humea.

Rara vez sonríe esta raza de serias mujeres
de niños sombríos y de hombres tan fuertes
como sus lanzas o sus escudos, sobre los que
vuelven orgullosos vencedores o tristes despojos
de carne, huesos y tendones rotos, desgarrados,
en los sucios, sangrientos y escasos días de la derrota.

Sus risas se oyen, destempladas, cuando en
brutales razzias al enemigo abaten cruelmente
y entonces el hidromiel y la cerveza corren por
sus cuerpos y gargantas y brillan las ajorcas de oro
en los tobillos y los torques de bronce en los rudos
pechos. Carcajadas y gritos y empujones y manos
que vuelan a las nalgas, y bromas femeniles que,
empuñándolos, comparan penes, flácidos o erguidos
miembros, obscenos gestos que celebran la orgía
del guerrero y la valkiria, de la esclava, la señora
o la criada que, al rayar el alba, volverán a su puesto
junto al cerdo, el cordero o la cuna sobre la que
el niño rubio y fuerte muerde el pecho y lacta vida,
rescatada de las nubes del alcohol, en los senos
hinchados de su madre, su hermana o su nodriza.

Un hombre maté en agria disputa pues más hábil,
maligno o traicionero fue mi criminal golpe. Su
hembra, su hijo y su casa adquirí con estocada
asesina. Los ojos de su familia no se humedecieron
cuando su broncíneo torque decoró mi pecho
y la hermosa mujer ocupó su lado en mi cama.

A su hijo entrené durante un año en las artes
de la guerra, el dolor y la violencia. Entre hombres
brutales fui brutal, entre nobles y dignos combatí.
Su honor, su casa, su dios pesaban sobre sus frentes
y ceñían sus corazones con fuertes, onerosas, cargas.

Mi hembra fue generosa en la cama, parca en la palabra
y seca en el amor, mas de alta frente y puño fuerte
con los que encauzar hijo, hacienda, hombre y casa.

Cuando de nuevo las blancas, altas nieves comenzaron
a borrar de los caballos las huellas en los caminos,
le hablé de irme y de que conmigo su hijo y ella
compartieran viaje hacia soles desconocidos, hacia tierras
de arena y calor, acompañando mi lecho y mi destino.

A través de doradas pestañas me abrazó con su mirada
y entre altiva y desdeñosa, sus palabras sonaron
como ecos en el valle. Pertenezco a mi pueblo y a mi sangre
y mi hijo no es tuyo, ni mi casa. Si eres quien creo que eres
aquí me dejarás con mi honor intacto. La entregué en matrimonio
al hermano de su marido muerto. Los tres me despidieron
entre abrazos rígidos y fuertes, pero esperaron juntos
en lo más alto de la más alta colina a que mi silueta
se fundiese en la distancia. Aún llevo sobre mi pecho el torque
broncíneo de su padre, hermano y marido, mi abatido adversario.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2010

miércoles, 17 de marzo de 2010

Proemio

Es excelente no haber tenido nunca vida interior. Esta premisa concede al escribidor enormes licencias y al lector tanto la posibilidad de disculpar como de gozar las inepcias del torpe amanuense. Esta que aquí presento, Ophir,  rodeada del prestigio de lo arcaizante, es la primera de una serie que constará de cuatro piezas que están a caballo (o se quedan) entre el poema y la prosa poética. No le daría yo un nombre u otro y querría que fuese el atrevido lector el que las calificase. Espero, que si son del gusto de alguien, no vacile en dejar una nota al borde del camino para deleite del oficiante y de los manes que en el templo, junto al camino, velan por los viajeros. ¡Evohé, hermanos, evohé!

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2010

Ophir

Arribé a Ophir y a los pies del dios de polimorfas apariencias, deposité
mi ofrenda como un viajero más que agradece la llegada al puerto
y previene la próxima partida, que supone no lejana, con dones
y dádivas ante los altares de extrañas y paganas deidades.

Ophir, la Bella, desparrama su blanco caserío por la falda
de la montaña, vecina al mar y por la fértil llanura; llanura
a la que el río, que llaman Escamandro, cerca y fecunda
con aguas brillantes; frescas riberas, verdes y olorosas.

De Ophir se cuenta, cuyos palacios son casas, que de ellos
en la noche, salen las veladas mujeres, criadas y princesas,
embozadas en grises mantos de niebla para ofrecerse, lascivas,
en danzas amorosas, a los oscuros marineros llegados
de todas las aguas, empujados por todos los vientos
y que de su unión nacen los reyes y los guerreros de la Invisible.

Hablan las blancas paredes y los negros frontispicios de Ophir,
la Dorada, la ceñida por calles estrechas y murallas altas,
de otras sombras travestidas, que de los precisos palacios,
buscan el sexo entre otros hombres y que los mismos u otros solitarios
marineros derraman la semilla en sus gargantas a cambio de amor,
de ricas sedas,  sabrosos vinos, de favores o de crímenes.

La flota de Ophir es poderosa, pero quien defiende a Ophir
no es la guerra, sino las noches lánguidas de Junio y Julio,
los cálidos abrazos, los muslos, las bocas. las nalgas,
las espaldas o los senos; los cuerpos que en Agosto elevan sus roces,
sus murmullos, sus caricias, al dios de polimorfas apariencias
en óbolo dichoso que la ciudad otorga feliz por la paz deseada.

Fue Ophir muchas veces caída en derrota pero, poco tiempo pasado,
al ocaso de la tarde podíase ver a su tirano rendido entre flores y vino
mientras su espada y su yelmo se cubrían de orín, abandonados
bajo el tálamo, a los pies preciosos de una bella escultura humana
de negros cabellos ensortijados o de hermosas manos de alabastro,
mientras de la ciudad entera subía el calor del verano hasta las sienes.

Otros, bajo los puñales que los capitanes de la guardia en las rojas
capas limpiaban de su sangre, yacían olvidados, víctimas del dios
hermoso que cerró las ambiciosas luces de sus caras con la negra
mano de la Muerte, comprada con plata dorada entre sus propias huestes.

El viajero respeta Ophir y le rinde homenaje entre vapores de incienso
y suaves telas; mas parte y desde la alta popa de su navío despide
la blanca concha de su bahía, incandescente en el crepúsculo, porque
no es en Ophir donde su alma desea descansar. Aún es pronto, la mar
se extiende como una incógnita muralla de aterciopeladas aguas, tendida/
como una hembra preñada de futuros y el navegante, aún curioso,
pretende saber qué se esconde más allá, donde el refulgente sol se vela
y se esconde cada noche mientras su pálida hermana, de trenzas de plata,/
de nácar y corales ornada comienza a reinar, rielando, entre las olas.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2010

jueves, 11 de marzo de 2010

Pequeñas sevicias

¿Ya te vendiste hoy?
Disfruta tu precio.
Es posible que mañana
no cobres por lo mismo.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2010

viernes, 5 de marzo de 2010

Un hermoso día

Recogió los restos de tristeza
esparcidos por el mantel
y los arrojó al cubo de la basura
mezclados con las migas de pan
del desayuno.

Se ciñó, con la cabeza alta,
la bandolera al hombro
y junto al pañuelo tiró
las pobres secreciones del dolor
de la mañana.

Sacó de su gorra los últimos
restos de la noche y al abrir
la puerta, una brillante línea de luz
vertical, le partió la frente
entre los ojos.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2010

miércoles, 3 de marzo de 2010

Tres miniaturas

Lunes

Hoy he descubierto
que padezco
una enfermedad terminal:
la vida.


Martes

No se si compensan
la soledad que siento
estas someras líneas
que, en ocasiones, llamo versos.


Miércoles

Si el bisturí
no sana la herida,
¿a qué hurgar las páginas
con el filo de la palabra?
Puede que el verso
tampoco resulte eficaz
contra el tedio.

Nicolás Calvo
Madrid
Marzo 2010
 
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