viernes, 30 de abril de 2010

Tres maletas

Mañana
Tintados de bruma
tus ojos exploran el alba.
Sobre la cama, la pequeña maleta
no alcanza a contener
tu esperanza.

Hoy
Tus dedos dibujan
un corazón de carne
sobre su carne.
Pides un día más, unas horas.
Su maleta está hecha.
Cuando corres a la ventana
sólo alcanzas a ver
su voluntad de ausencia.

Ayer
Abres tu maleta
¡Cuantos pares de ojos caben
en una mirada!, ¡cuantas sonrisas delimitan
los contornos
de un cuerpo feliz!
No bastarían el marfil, la seda,
el ébano o la esmeralda
a conformar una imagen tal
la del cuerpo de tu amado.

Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2010

viernes, 23 de abril de 2010

Marzo del 68


Los campos se extendían verdes en la mañana
bajo el sol, ya casi primaveral, de finales del invierno.
Nos miramos bien los cinco amigos y agarrados
firmemente de las manos a correr echamos,
como locos, por el alto sembrado de espigas claras.

El aire en la cara, el sol en los ojos, las barbas
del cereal azotando nuestros finos rostros
de dieciocho años, el pecho henchido, amplio,
a reventar de gozo. Las piernas ágiles saltando
del suelo, por encima de las piedras y los surcos vanos.

En un momento las manos se soltaron y cada corazón
tomó su rumbo, creando un rastro en forma de palma
que nos alejaba, radiante, del centro primero, abriendo
surcos de maravilla, dejando estelas de verde oscuro
sobre las grandes, cuadradas, parcelas de millo.

Llegamos al otro lado, sudorosos, felices, anhelantes.
No supimos entonces qué empezaba, mas, de un modo
impar, nos intuimos al futuro proyectados a partir
del mágico momento allí vivido. No volvimos a tener
el sol en alto ni las anchas praderas al alcance.

Otros campos, otros días vinieron a llenar nuestros
deseos, algunos muy profundos, otros hermosos.
Ninguno alcanzó la plenitud, el goce inmenso, panteísta,
de sentirse un bello animal de exquisita piel, músculos
tensos, que hermanaba su cuerpo con el cielo, con la tierra,
con las plantas y el salobre sudor que, trasparente, resbalaba
a sagrados chorros por la tersa piel de nuestros cuerpos
consagrados, plenos de ardor en pagana celebración
de la tierra frente al cable, la calle y el cemento.

Cayó el sol y nos rendimos. La vuelta a la ciudad no fue derrota,
sólo aceptación de verdad, de niñez breve, de juventud en flor,
de madurez en ciernes. La imagen de ese día ha vivido
conmigo desde entonces. Nunca agradecí bastante ese rayo
de sol que aún atesoro y esa verde pradera, que en mis sueños,
aún recorro algunas veces, cuando la noche me ofrece
la ventana anhelada a los comienzos, cuando el mundo era nuevo,
cuando el mundo era simple, feliz y nosotros, inocentes.


Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2010

viernes, 16 de abril de 2010

Tres poemas cortos

Antropología
Reflexiono sobre mi mismo
sin éxito:
el observado modifica
al observador.


Conocimiento de las estaciones
Todo acaba en Invierno.
La respuesta de la piel
es la Primavera.


Sobre la alfombra de césped
El Amor
es una apuesta
de la Vida contra la Muerte.
El handicap
está en su contra, pero
la Vida
es tan ciega
como la misma Muerte.


Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2010

viernes, 9 de abril de 2010

Hesperia

No recuerdo ya cuantos años viví sobre la tierra.
Me pesan más los muertos que los días, las luces
apagadas de sus ojos, el tacto imposible de sus cuerpos,
la caricia intangible de sus labios me pesan más
que mis arrugas o la escasa fuerza de mi brazo
al trincar la driza o tensar la escota al aproar
mi barco cara al viento empuñando la caña del timón.

Mi playa final debe ser esta de la que apenas salgo.
La mar salobre ya marcó mi cara y mis manos con
la dureza del cuero, de los miembros bañados de algas
y sales por un tiempo, ciertamente, demasiado largo.

La mujer que me acoge y me alivia el peso de las noches
dice que ese hijo, hermoso y delgado como una palmera,
es mi hijo. Lo miro. Nunca lo dudé ni hoy lo afirmo.
En sus tobillos y pies veo a mi padre, la cintura estrecha
es la de ella y de mi, esa tristeza lejana, una melancolía
que aflora en sus ojos ciertas tardes al caer el sol tras el horizonte.

Me detuve aquí o me detuvo el tiempo. Este  país es
sencillo, las gentes son tranquilas y los reyes son tantos
que su poder se diluye en cortas rencillas de ganado y de fronteras.
Me gusta ver en ellos curiosas costumbres que no vi,
o ya olvidé, en otras tierras. La nobleza de la lucha,
que comienza mano al cinto y mano a tierra. El banot 
y el magado acompasan el pastoreo y la piedra certera
lo mismo abate al guirre que derriba al contrario en la pelea.

Pueblo prudente, silencioso, que mira al mar entre sus islas,
como el que mira un recuerdo que se hunde muy adentro.
Y luego sus mujeres, algunas mujeres que en soledad viven,
azotan ese mar en noches de luna llena, como si de un niño
rebelde se tratara, amansando las olas con sus varas.
Es mi bote el único leño que sobre la mar navega. No saben,
o no quieren surcar, cara al viento, ese mar que los separa.

Nunca vi un lugar en que los hombres, con ojos bajos,
cedieran el camino a las mujeres si en la soledad del monte
se encontraran. Nadie rompe la ley. La muerte acecha.

¿Qué me obliga a quedarme?… Nada. Podría partir con la marea
y alcanzar África con la punta de los dedos, pero aquí
estas gentes no hieren los aires con gruñidos, mas acarician
los vientos y las gemelas laderas con sus silbos y llevan
el fuego al sol y lo saludan en la cumbre más alta y en la
siguiente, pero, en verdad, a su dios lo llevan en los labios
y cuando hablan les bate fuerte el corazón, que es donde habita.

Se abate la noche cálida sobre la arena. Una luna amarilla
recorre, uno a uno, los senos de las olas, las manos de la noche
funden sus dedos con los míos. Unos ojos llenos de horas
y de azules me contemplan desde el otro lado del espejo que
un charco remeda junto a la línea final de la marea. Cierro
mis párpados, unas manos cruzan las mías sobre el pecho
y unos labios besan mi boca como si me desearan pasar
una buena noche. La Estrella del Norte brilla sobre la negra arena.
Es posible que mañana aún vea el día; es posible aún amanecer.
Lo se. Es posible aún…sólo posible.

Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2010
 
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