Extraño levantar las manos
y hallar la luna
pendiendo del cielo,
pero tan cerca de tus dedos.
Grande, misterioso,
mirar los ojos de tus hijos
y abismarte en el alma
que los habita en lo profundo.
Dulce, en noche de verano,
sentir en los pies,
sentado junto al mar,
el grato frescor del agua.
Grandioso notar en tu cabeza
cómo se aquieta el mundo
al respirar, hondo en tu pulmón,
el pulso de lo que existe.
Fascinante saber que acabarás,
que vas a tener un día fin,
pero que el instante de hoy
es sin medida, eternamente tuyo.
Nicolás Calvo
Madrid
Octubre 2017
Entre las hayas celestiales: tres poemas de Alba Seoane
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SEDIMENTO
El amor de las rocas está escrito
circula como los efluvios
por su piel áspera
lo escuchan al atardecer
perros famélicos
lectores de huesos y...
Hace 2 días