La mano, en un gozo,
exalta el compás.
Los pies se arrastran suaves
y apenas taconean.
El tambor suena templado
y sobre el suelo se apuntan,
en un mudo duelo, los tobillos.
Hombre, mujeres, danzan.
Es una gentil apología del amor.
Es la paz viniendo de abajo arriba.
Es el dolor que se comba y se retira.
Algo tan simple como
encontrarse en un roce
humedece los ojos, los labios
y el corazón se agita.
La música suena
en un temblor tal que de rama.
Hombres, mujeres, danzan.
Sobre la tierra nada mas se alza
el remolino del polvo
que levantó la alegría.
Nicolás Calvo
Madrid
Octubre 2017
El parador (I)
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*Psycho *de Francesco Francavilla
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