Extraño levantar las manos
y hallar la luna
pendiendo del cielo,
pero tan cerca de tus dedos.
Grande, misterioso,
mirar los ojos de tus hijos
y abismarte en el alma
que los habita en lo profundo.
Dulce, en noche de verano,
sentir en los pies,
sentado junto al mar,
el grato frescor del agua.
Grandioso notar en tu cabeza
cómo se aquieta el mundo
al respirar, hondo en tu pulmón,
el pulso de lo que existe.
Fascinante saber que acabarás,
que vas a tener un día fin,
pero que el instante de hoy
es sin medida, eternamente tuyo.
Nicolás Calvo
Madrid
Octubre 2017
El parador (I)
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*Psycho *de Francesco Francavilla
Siempre tuve claro que lo de tener hijos no era para mí. El planeta jamás
necesitó de la existencia de mis vástagos y...
Hace 2 semanas
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