La ventana la enmarca, sentada.
Lee atenta un libro cuyas páginas,
con dedos parsimoniosos, pasa.
Un rayo de sol ilumina la estancia.
Su sombra y la silla dibujada sobre el suelo,
prolongan la placidez de la tarde.
La calma atraviesa la entornada cristalera.
Ojalá esos flotantes copos de luz
visitaran con más asiduidad
mi propia ventana.
Mi absurdo cuarto
repleto de oscuras premoniciones.
Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2010
El parador (II)
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*Pensando en Wyeth* de Carmen Mansilla
*Nota*: Este relato es la continuidad de El parador (I), por lo que
aconsejo leerlo antes.
Agarré con dos dedos...
Hace 2 semanas
Precioso ¡¡¡
ResponderEliminarMe has transmitido la placidez de la tarde con esta cristalera de palabras.
ResponderEliminarQue tu cuarto sea visitado por copos de luz y te permitan escribir bellezas como ésta.
Has hecho una hermosísima foto-grafía con palabras...no creo yo que te falte la luz precisamente.
ResponderEliminarAbre las ventanas de par en par y ahuyenta esas oscuras premoniciones, aunque tengan fundamento, porque a veces hay que dar la espalda a la realidad so peligro de perecer de tiniebla.
ResponderEliminarQue la luz inunde siempre tu espacio y dibuje bellos claroscuros como este que nos has regalado.
Un fuerte abrazo.
Me encantó! Hermoso!
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