Debería dejar
algún testimonio,
un rastro de mi paso
inane, por la vida.
Pero me preocupa más
esa línea inconclusa en la pared,
la sombra de la nube sobre el suelo,
el lento transcurrir de los minutos
en el reloj de pesas del salón.
Tengo demasiada cosas que ver todavía
antes de pensar, que lo que veo, ha sido importante
o lo ha de ser, para alguien distinto que yo.
Sesenta y dos años no son excusa próxima
para dejar de otear el horizonte cada día,
contemplar el flujo sin fin de la marea,
el rubor de la tarde bajo el cedro.
la escueta hendija de la puerta.
Un sin fin de palabras
aún aguarda, un rumor
de vida se desliza
prudente, por mis manos.
Nicolás Calvo
Madrid
Diciembre 2011
El parador (I)
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*Psycho *de Francesco Francavilla
Siempre tuve claro que lo de tener hijos no era para mí. El planeta jamás
necesitó de la existencia de mis vástagos y...
Hace 1 semana
Feliz navidad Nicolás , mágnifcico poema , como es habitual ¡¡
ResponderEliminarHermoso!!
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