Uno nunca sabe la huella
que sobre la arena deja
la mano que modela
la puerta de una torre,
hundida hasta los nudillos
en la blanca, húmeda,
profundidad grávida de sílice.
El agua va y viene,
la torre se escurre entre los dedos,
la mano permanece,
pero la herida tarda en cicatrizar.
El agua, terca, daña tanto
como el posible acero.
Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2011
Cantar mientras el mundo se derrumba
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Las obras supervivientes
*La degradación del arte se inicia con el enaltecimiento del artista, y
termina con la mercantilización de la obra. Lo mismo pa...
Hace 1 semana
Si tuviera que destilar algo, tus letras hoy destilarían desconsuelo. No sé, me parece a mí, pero en cualquier caso, es precioso y me gusta una barbaridad. Feliz fin de semana. Besos
ResponderEliminarHermosos poemas.
ResponderEliminarUn saludo.
... la gota que perfora la roca... Inquietante...
ResponderEliminarSaludos.
Javier Valls