lunes, 31 de mayo de 2010

Mujer en la ventana

La ventana la enmarca, sentada.
Lee atenta un libro cuyas páginas,
con dedos parsimoniosos, pasa.

Un rayo de sol ilumina la estancia.

Su sombra y la silla dibujada sobre el suelo,
prolongan la placidez de la tarde.
La calma atraviesa la entornada cristalera.

Ojalá esos flotantes copos de luz
visitaran con más asiduidad
mi propia ventana.

Mi absurdo cuarto
repleto de oscuras premoniciones.

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2010

martes, 11 de mayo de 2010

Niebla

Se me borra tu cara.
Como un vaho se disipa.
Tengo que mirar dos veces
una foto  para reconocerte.

Y contigo me marcho yo.

Me aparto de mi, apenas
reconozco mi escritura.
También se me acaba este refugio.
Una clara inocencia aguarda.

La consumación será el olvido…
Y la nada vendrá a mis ojos.

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2010

viernes, 7 de mayo de 2010

Poema de puntillas

Shhh
(el silencio duerme)

Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2010

martes, 4 de mayo de 2010

Teletipos

Pequeñas comadrejas
asoman sus hocicos por debajo
de la socavada cabaña:
la Biblioteca Nacional
se desploma. Los libros
alcanzan su emancipación.

Algunos vagabundos leen,
con dedos temblorosos, la historia
de sus vidas reflejadas
en los mortecinos o brillantes 
espejos de la Guía de Teléfonos.


Hoy he salido sin tarjetas
de visita, pero cuatro páginas
arrancadas de Balzac
me han identificado 
mucho mejor ante la Administración
que mis antiguas cartulinas.

Puede que los barrenderos hoy
no vayan a comer a casa:
demasiado papel que recoger.


Fascinados, los e-books
vomitan su empacho de bytes
ante el desparpajo de los
manoseados lomos en rústica.
¡Es el alba de un nuevo día!
Por fin una ráfaga de aire
fresco airea los viejos salones!

Un poeta pasea por el Pont-Neuf
y deja su I-pod sobre la balaustrada.
Las palabras grabadas 
alcanzan las Tullerías.


Madrid se alza de nuevo el 2 de Mayo.
Ojalá la insurrección, esta vez
contra la estupidez, triunfe. 
Amamos a Francia.
Las palabras del I-pod 
alcanzan el Palacio Real.


Opera se llena de viejos rijosos
que se besan apasionadamente.
Los jóvenes de ambos sexos
hacen el amor de forma indiscriminada
y se cubren las vergüenzas
con la Celestina o Calixto y Melibéa.


La Biblioteca Nacional se alza 
sobre sus ruinas de nuevo.
Las pequeñas comadrejas 
esconden sus hocicos.


En Estados Unidos, la socavada 
cabaña se hunde, sepultando 
entre sus restos, el pálido lazo 
azul de un patriota.


Roma se desborda sobre el Tiber
y Tiromancino canta acerca de
la descrizione di un attimo.
Alguien, en algún lugar de Berlín,
sonríe ante su ordenador.


Algo se mueve por Europa 
abriendo ventanas al sol.
¡Que Facebook reparta suerte!


Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2010

 
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