He sido esclavo de tantas cosas,
tanto pesó el mundo en mi cabeza
que ahora quiero ser alfarero de nubes.
Amasar el agua con la punta de los dedos.
Envolver el viento entre algodones de niebla
y poblar el cielo con inmaculados, sutiles,
retazos de blancor.
Que discurran
por entre espacios siempre claros,
que dispensen a los hombres grata sombra
y que permitan a estas manos
ocuparse en algo distinto del dolor
o de la pena.
Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2013
Entre las hayas celestiales: tres poemas de Alba Seoane
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SEDIMENTO
El amor de las rocas está escrito
circula como los efluvios
por su piel áspera
lo escuchan al atardecer
perros famélicos
lectores de huesos y...
Hace 3 días