Intento domesticar
la fauna feroz que me habita
la noche de adentro.
Transitada noche
de niños transparentes,
de formas inconclusas.
Noche de farolas mortecina.
Noche envuelta en un jirón
de cielos apagado.
Cruzo el puente de mi río
en horquilla sobre una niebla
surcada de voces, de risas
que ya fueron, de calendarios
mojados por el agua del tiempo.
Salpicados de motas grises,
en la noche de adentro
ladran, a un disco de hojalata,
perros de alejados arrabales.
Y en mi mano chasquea
un látigo de palabras
para que las sombras
no se desprendan de los muros
e invadan las calles
como negras rosas
caídas de una corona funeraria.
Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2011
Entre las hayas celestiales: tres poemas de Alba Seoane
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SEDIMENTO
El amor de las rocas está escrito
circula como los efluvios
por su piel áspera
lo escuchan al atardecer
perros famélicos
lectores de huesos y...
Hace 5 días