viernes, 29 de abril de 2011

Saber

Uno nunca sabe la huella
que sobre la arena deja
la mano que modela
la puerta de una torre,
hundida hasta los nudillos
en la blanca, húmeda,
profundidad grávida de sílice.

El agua va y viene,
la torre se escurre entre los dedos,
la mano permanece,
pero la herida tarda en cicatrizar.

El agua, terca, daña tanto
como el posible acero.

Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2011

3 comentarios:

  1. Si tuviera que destilar algo, tus letras hoy destilarían desconsuelo. No sé, me parece a mí, pero en cualquier caso, es precioso y me gusta una barbaridad. Feliz fin de semana. Besos

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  2. ... la gota que perfora la roca... Inquietante...

    Saludos.

    Javier Valls

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