lunes, 22 de febrero de 2010

Alejandra Pizarnik sentada para siempre en la Librería Clásica y Moderna

¿Qué más podrían decir ese poema y esa mirada
viniendo de tan adentro
que mi lámpara no alcanza a definirlos?

¿Cómo aquilataste, Alejandra, el peso de una pierna
sobre otra para alcanzar un frustrado equilibrio
de emociones vacías hasta las altas horas
de la Vida y de la Muerte?

¿Cómo, Alejandra, te volviste del revés
para encontrarte en la trastienda fugaz de tu vestíbulo,
sorbiendo poesía por los poros, sudando versos
por las uñas de tus dedos?

¿Donde te llevaron tus pies cuando te fuiste, cuando
tantas palabras te adoraban, cuando
tantos deseos te envolvían?

Los mejores te escribieron, desolados. Querían
saber más de ti. Tu te callaste.
Los versos que dejaste arremangados en la mesa
nos despiertan el alma a borbotones.

Alejandra, qué tarde y qué temprano
te encontré a la puerta. No compensa
el puñado de líneas que te escribo
el dolor de tus ojos cerrados,
tu soledad ante el muro y la ventana.

Nicolás Calvo
Madrid
Febrero 2010

3 comentarios:

  1. mmmmmm seguro que compensa ese puñado de líneas escritas...

    Un saludito!!

    ResponderEliminar
  2. Confieso que cuando lo leí el otro día, me dejó noqueada, y no por el tema, sino porque, si me permites expresarlo así, no estab preparada para encontrar tan hondo lirismo en tus poemas, torpe de mí. Lo echaba de menos ya que lo conocía "por otro lado", también es cierto,por eso para mí, momento feliz éste de verle la cara por fin, en forma de poema (conozco poco poemas tuyos, tú lo sabes) al auténtico poeta Nicolás mi amigo.
    Gracias.
    Un beso

    ResponderEliminar

 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.