Me gustan los ciervos
que devoran a los tigres,
los muertos que en las tumbas
se comen a sus gusanos.
Adoro a las mujeres que castran
o deguellan a los chulos,
las paredes que asfixian a las trepadoras
que con sus uncinos las derrumban.
Admiro a los niños maltratados
que incendian las camas malditas
de sus abusadores.
Saludo a los prisioneros
que fusilan contra el muro
del campo a sus guardianes.
Respeto al bonzo autoinmolado
que se abraza ardiendo
al policía meteco que lo salva.
Me uno a la martir religiosa
que volviendo a su templo
hace volar a los verdugos.
Aliento al pobre torturado
a destrozar de un tajo
el cuello satisfecho del asesino.
El mundo es siempre
un lugar oscuro en algún
rincón de nuestra alma.
Nicolás Calvo
Madrid
Noviembre 2017
Entre las hayas celestiales: tres poemas de Alba Seoane
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SEDIMENTO
El amor de las rocas está escrito
circula como los efluvios
por su piel áspera
lo escuchan al atardecer
perros famélicos
lectores de huesos y...
Hace 3 días
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