Fui un día a visitar
al poeta triste.
No me gustó.
No sonreía nunca.
Para él no habían
nubes en el cielo
ni caricias en la tierra,
sólo barrancos a sus pies
y maldad entre los hombres.
Tenía familia,
dinero y honores.
Lo dejé pronto
y me marché
a tomar una cerveza
y a fumar un cigarro
entre los amigos.
Porque uno, a veces,
está triste y a veces
el mundo le regala el sol,
la belleza o la verdad
una mañana.
Cualquier mañana
de un día cualquiera.
Nicolás Calvo
Madrid
Octubre 2012
Algunas reflexiones en torno a "Los expulsados" de Edgar Borges
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el niño que mantenía erigidas paredes con la mirada
*En la infancia vivimos y, después, sobrevivimos.*
Leopoldo María Panero
Los expu...
Hace 1 semana



Buen poema,Nicolás.
ResponderEliminarEs grato el leerte.
Un saludo.
Me ha encantado la manera tan natural en que fluye este escrito.
ResponderEliminarSaludos