Es preciso cartografiar
el terreno de las indiferencias
y el vacío, de la soledad.
Levantar el mapa que muestre
aquello de lo que carecemos.
Sentir sobre las hojas la muerte
lenta de las ilusiones, los ojos
recorriendo a saltos las caras
ajenas y apenas lavadas
del deseo de la existencia.
Como relucientes vehículos
estrenamos el día y prevemos.
Pero lo único que nos salvaría
no es lo calculable, lo medido.
Sólo lo irregular, lo afásico,
lo que no es simétrico, lo discontinuo.
Y al llegar la noche nuestra
Némesis es un espejo
al que disparamos con rabia
sin entender que nuestro reflejo
sólo quería, por ser, salvarnos.
Nicolás Calvo
Madrid
Octubre 2012
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