Por la ventana del tren
pasa la vida estática
creciendo vertical, clavada
en su sitio, permanente.
El movil soy yo, que se compara
con lo inamovible, lo duradero.
Ráfagas de música suenan al pasar
los pueblos, los sembrados, las estaciones.
Un solo sonido, un rumor solo
permanece constante: yo cambio,
yo cambio, yo me modifico.
El que muere soy yo.
Nicolás Calvo
Madrid
Diciembre 2010
Entre las hayas celestiales: tres poemas de Alba Seoane
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SEDIMENTO
El amor de las rocas está escrito
circula como los efluvios
por su piel áspera
lo escuchan al atardecer
perros famélicos
lectores de huesos y...
Hace 4 días
Preciso, casto, bello y “revelador”.
ResponderEliminarMuy bello.. Nicolás!!
ResponderEliminarUn beso