(Uno)
Mis dedos
tamborilean.
Tus ojos ausentes
sugieren paciencia, distraidos.
(Dos)
¡Que agradable
es el momento del despertar!
Como humo de sarmientos
la noche se diluye
al viento frío de la mañana.
(Tres)
Saludo a mi vecino
que lava sus manos
después del trabajo.
De la noche azul
se descuelgan, una a una, estrellas.
(Cuatro)
Hace mucho que te vi
y hablé contigo.
No es de extrañar
que ahora, tus hijos,
recojan barro
en el doblez
de sus pantalones.
Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2013
Entre las hayas celestiales: tres poemas de Alba Seoane
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SEDIMENTO
El amor de las rocas está escrito
circula como los efluvios
por su piel áspera
lo escuchan al atardecer
perros famélicos
lectores de huesos y...
Hace 8 minutos
:)
ResponderEliminarEstás lúcido y lucido, amigo Nicolás. Enhorabuena. Adelante.
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