¿Notas a veces
que la pared de enfrente
se cierra sobre ti
y la línea de mosaico
de la cocina se convierte
en plana geometría?
Es el encierro, el límite,
la señal que debes acatar.
Cuando tus ojos no vean
el horizonte hasta en la cortina
del cuarto de baño, prosaicamente
sentado en tu trono de loza,
mirando a la nada, febril
estate atento, alerta tus sentidos.
Si para volver a ver
hay que hundir el muro,
no vaciles. No hay opción otra.
Nicolás Calvo
Enero 2012
Madrid
Entre las hayas celestiales: tres poemas de Alba Seoane
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SEDIMENTO
El amor de las rocas está escrito
circula como los efluvios
por su piel áspera
lo escuchan al atardecer
perros famélicos
lectores de huesos y...
Hace 5 días
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