Tres gotas de miel necesito.
Una que resbale
de la frente a la comisura
izquierda de tu labio.
Otra que descienda
desde la clavícula
hasta el borde mismo
de tu codo.
La tercera
que discurra desde tu ombligo
por sobre la desnuda rodilla
de tu pierna.
Sí.
Con esas tres gotas
lo que de ti necesito conocer, sabré.
Nicolás Calvo
Mayo 2011
Madrid
El parador (III)
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*El tiempo y las viejas* (1810) de Francisco de Goya
*Nota:* Este relato es la continuidad de El parador (I), El parador (II)
por lo que aconsejo leer...
Hace 3 semanas
Sensual, sensible, dulce.
ResponderEliminarEn tres palabras ¡¡
¿Y quién depositará las tres gotas de miel sobre ese cuerpo?... ésa es la clave según mi entender.
ResponderEliminarHermoso poema, colega.
Un saludo,
Centenario
Hermoso!
ResponderEliminarTendré certeza de tu vida por el calor que desprenden tus tres gotas de conocimiento...
ResponderEliminarGracias Nicolás
Es que la miel tiene tantas propiedades beneficiosas...
ResponderEliminarUn abrazo.