(Uno)
Mis dedos
tamborilean.
Tus ojos ausentes
sugieren paciencia, distraidos.
(Dos)
¡Que agradable
es el momento del despertar!
Como humo de sarmientos
la noche se diluye
al viento frío de la mañana.
(Tres)
Saludo a mi vecino
que lava sus manos
después del trabajo.
De la noche azul
se descuelgan, una a una, estrellas.
(Cuatro)
Hace mucho que te vi
y hablé contigo.
No es de extrañar
que ahora, tus hijos,
recojan barro
en el doblez
de sus pantalones.
Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2013
El parador (I)
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*Psycho *de Francesco Francavilla
Siempre tuve claro que lo de tener hijos no era para mí. El planeta jamás
necesitó de la existencia de mis vástagos y...
Hace 2 semanas
:)
ResponderEliminarEstás lúcido y lucido, amigo Nicolás. Enhorabuena. Adelante.
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