Ahora mismo, en mi país hay plazas
abarrotadas de niños e ilusiones,
de gente que pregunta y de colores.
Hay plazas con gente que cuestiona
y calles que aportan a más gente.
Entre la duda, la rabia y la frescura
se arriman y se ocultan caras grises.
Profesionales del desorden y la incuria,
topos negros, infiltrados y maderos,
que esconden nidos de larvas destructoras.
Este es su tiempo, el de los niños, las sentadas
y las flores. Es el tiempo de lucha por su vida.
Los más viejos luchamos, hace años, por traer
a este suelo libertades, vida y horizontes
que rasgasen el velo del templo y de los días.
Loa años de plomo ya pasaron, mas feas nubes
de granizo asoman y van llenando las mañanas.
La lucha no es de un día. Dura siempre, pero
cada mujer, hombre o niño poseen un derecho
inalienable; la búsqueda de su felicidad sobre la tierra.
Nuestra mano apoya ahora sus dos manos,
nuestra espalda empuja con su espalda,
la palabra alienta su palabra y con ella el corazón
va de seguido, elevando los gritos hasta el cielo,
levantando hasta el futuro cien mil manos.
Nicolás Calvo
Madrid
Mayo 2012
El parador (I)
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*Psycho *de Francesco Francavilla
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