Porque la vida pesa
y es rebelde,
no se deja arrastrar
y hay que moverla,
forzarla, para
que no se precipite
al vacío.
Desviarla, tirar de ella
hacia arriba, siempre
hacia arriba.
A lo mas alto de la montaña,
cuidando que su inercia
no la despeñe.
Hasta que ocupe su lugar
en la cumbre.
Como un piramidión dorado
que culmine tu paso
por la tierra.
Nicolás Calvo
Madrid
Abril 2011
viernes, 1 de abril de 2011
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Bien cierto.
ResponderEliminarUn saludo Nicolás.