Payasos.
Remedo triste
de la sonrisa,
secas caras
pintadas.
Me recuerdan
la muerte
y la tristeza.
No soporté
a los payasos
nunca.
Ni a los ángeles.
Apariciones tenues
de pálidos fantasmas
que hablan
de temores
imposibles de superar.
Payasos y ángeles,
ángeles y payasos.
Nadie toma un café
con ellos.
Tras la inexistente espalda
de los ángeles,
Dios debe tener
la cara de un payaso.
Nicolás Calvo
Madrid
Junio 2011
El regreso
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*Frida Kahlo* de María Hesse
—¿Y ese flequillo?
Levanté la cabeza de la cómoda donde estaba guardando unas toallas y vi a
mi madre en mitad del pasil...
Hace 14 minutos
Buen poema para una aversión que comparto al 100%.
ResponderEliminarAunque como soy más viejo que usted, andando el tiempo, pude fabricarme mis ángeles propios, y tan reales. Payasos no hizo falta.
Un saludo,
Centenario
Uf, amigo, qué mal rollo...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho , mucho. Hay algo inquietante en ambos.
ResponderEliminarUn fortisimo abrazo ; Don Nicolás ¡¡